Se arrepintió la luna de mí anoche.
Un recuerdo: tenía 5 o 6 años. Calera ciudad natal, Otoño. Jugaba en el patio de atrás, mi abuelo arreglaba bicis, mi abuela hacía pan en el horno de barro, yo jugaba tímido, siempre me escondía de las miradas ajenas que me pusieran límites, de pronto olorcito a pan casero, calentito, humeante, cier ro los ojos y ví mi vida toda, sin conocerla aún. Sagrado instante, giro de 180 grados, vuelta atrás, inspiración profunda (……..) y ahí se vé algo, pantalla blanca, (….imágenes, olores y sabores de quien lea…) sonido de líquidos, gotera, gota de sangre que comienza a delinear una figura amable, susurrada, musical, un paisaje obscenamente único, propio, íntimo con gusto a chupetín gordo, risas ancestrales y coquetas. Es un juego sin reglas, una calesita color tiempo que invita a girar sin vértigo, a viajar liviano, sólo parpadeando, se siente familiar si, como la caricia que calma y nos recuerda el origen-hogar, el leño, la estufita… secuencia veloz. Estallido en mil partículas. Cristal roto al fin. Marea. Voz que agitada me dá indicaciones. Batir de alas negras. Giro, giro, giro en espirales, dolor, grito, murmullo. Olvido.
Cosas de chicos, y a comer pan con manteca, a veces extraño tanto...
a esa luna…
que nace…
rota…
y me pide…
que la arme…